“La magia
del cine” es una frase muye común (y el eslogan de cierta cadena de cinemas),
cuyo significado es bastante amplio. El cine puede mostrarnos las maravillas de
galaxias muy, muy lejanas, llevarnos a donde ningún otro ser humano ha ido antes,
contarnos la historia del niño que sobrevivió y un infinito etcétera. El cine también es capaz de recordarnos la
propia belleza de nuestro mundo real y la gente que camina en él. Everest es un ejemplo de este último
caso.
Basada en
hechos reales, Everest nos relata la
historia de varios alpinistas y su travesía para conquistar la montaña más alta
del mundo. Sé que esta es la descripción más vaga sombre la trama de una película
que haya hecho hasta la fecha, pero decir más que eso sería echar a perder la
historia.
La frase “Basada
en un hecho real” siempre hace que dude de las intenciones de la producción que
las utiliza. Muchas veces esas cinco palabras son utilizadas para justificar
una dramatización de los hechos que puede volverse demasiado fantasiosa o
incluso irrespetuosa para las personas a quienes se trata de representar. En
otras palabras menos payasas, “basada en un hecho real” a veces es una excusa
para echarle mucha crema a sus tacos, pero este no es el caso de Everest. Tanto las situaciones como los
personajes son establecidos muy eficaz mente, y aunque sin duda se han tomado
algunas libertades en cuanto a los hechos, esto es sólo para hacer aun más
emocionante la travesía. A fin de cuentas esto es una dramatización, no un
documental.
Cada
personaje tiene la ventaja de ser basado en personas reales, y quizá esto sería
suficiente para darles el realismo necesario, pero la película no se duerme en
sus laureles, y nos presenta a cada uno de ellos de manera más intima, contándonos
el modo de pensar y los objetivos de todos los personajes involucrados, todos
con motivaciones distintas, pero al mismo tiempo con un solo objetivo en común:
Conquistar uno de los lugares más bellos y peligrosos de la Tierra.
Lo que
destaca sobre la cinta es su atmosfera, y la ya mencionada “magia del cine”.
Sinceramente no tengo idea de hasta qué grado se utilizan efectos especiales o
que tanto de la cinta es grabada en la locación real, pero de lo que si estoy
seguro es de que el espectador en verdad logra sentirse como un viajero más en esta
peligrosa travesía, experimentando el vértigo, maravillándose con la belleza de
la montaña y, al mismo tiempo, atemorizado por el gran peligro que el Everest
representa. La inmersión llega a ser tal que el espectador casi puede sentir
los helados vientos de la montaña en el rostro. Eso o el aire acondicionado de
la sala estaba a todo lo que daba, pero de que la inmersión es muy buena, de
eso no hay duda.
Si he de
encontrar una falla en la cinta (y eso supuestamente es más o menos mi
trabajo), diría que el tercer acto se desarrolla de manera muy lenta, por lo
menos si lo comparamos con otras producciones cinematográficas, pero aun este
supuesto “defecto” se utiliza a favor de la historia, haciendo que la situación
sea cada vez más tensa y, hasta cierto punto, extenuante.
Everest es una producción que
verdaderamente vale la pena experimentar en el cine, aunque al igual que el
escalar la montaña, es una experiencia que tal vez no sea adecuada para todo el
mundo. La trama se mueve a un paso lento, y aunque esto se utiliza para ir
involucrando poco a poco al espectador, hoy en día con súper producciones
llenas de explosiones y efectos especiales, la verdad es que no todo público estará
conforme con el ritmo de la cinta. Aun con esto, aquellos valientes que logren
completar el viaje, podrán tener una experiencia diferente a lo que nos tiene
acostumbrado el cine Hollywoodense en la actualidad. Si les interesa, de verdad
tienen que ver la película en la pantalla grande.
Everest:
3/5. Buena.
Esta es la
parte en la que hablo de producciones similares, y que tan buena o mala es en la
película en comparación, pero en este caso no me siento realmente cómodo
haciendo eso, así que simplemente y para tener un punto de referencia, les diré
sobre producciones parecidas: La Tormenta Perfecta (2000), ¡Viven! (1993), 127
Horas (2011).