Nunca lo he
negado pero aun así me siento obligado a decir lo ridículamente obvio: Soy una
masa de contradicciones y dudas, en otras palabras, soy humano. Estoy
consciente de que esto pueda hacerme ver como un completo hipócrita con
demasiada frecuencia a la hora de reseñar una película, como lo que me sucede
al hablar de Kong: La Isla Calavera, un filme que, por lo menos en teoría, debería
de odiar con cada fibra de mi decadente cuerpo, pero muy al contrario, resultó
ser una experiencia muy entretenida.
En Kong: La Isla Calavera veremos al rey de
una misteriosa isla defendiendo su reino de una fuerza invasora… por cierto, el
rey es un gorila gigante. Durante plena guerra fría, el gobierno estadounidense
descubre una misteriosa isla nunca antes vista por el hombre. Viendo una gran
oportunidad para el avance científico, William Randa (John Goodman) recluta a
un grupo de expertos para investigar la recién descubierta “isla calavera”,
donde se toparan con un sin número de fascinantes y muy peligrosas criaturas.
¿Por qué
debería de odiar esta película? Para empezar con el pie izquierdo, la
producción podría contarse como un reboot de una franquicia, lo cual casi
siempre me resulta molesto, además la trama es muy sencilla, la historia es
predecible y los personajes son más planos que una hoja de papel. Todos estos
son detalles que he criticado muy duramente en otras películas pero que en Kong: La Isla Calavera en verdad parecen
elementos que son mucho más que la simple suma de sus partes. Un pequeño gran
acierto es llamar a la película Kong: La
Isla Calavera y no King Kong, ya
que prácticamente el personaje principal no es ni el chango gigante ni los
aburridos he indefensos humanos. La verdadera estrella de la cinta es la propia
isla. La trama de un grupo de exploradores en una isla olvidada por el tiempo
es tan cliché como se puedan imaginar, de hecho creo que toda caricatura creada
por el hombre ha tenido por lo menos un episodio con esa premisa, y La Isla Calavera no es más que una
superproducción Hollywoodense de alto presupuesto que, aunque no aporta nada
nuevo al trillado concepto fuera de agregar a un simio gigante famoso, hace un
excelente trabajo al recrear una trama tan sencilla.
Los
personajes nunca son más complejos que la descripción de sus trabajos. La fotógrafa,
el guía, los científicos, los soldados y el patiño cómico, no son más que
muñecos desechables que se meten en todo tipo de peligrosas situaciones, en
muchas ocasiones sin verdadero motivo, con tal de dejarnos explorar los
peligros de la isla. Curiosamente el personaje cómico es el más desarrollado
del resto y el único que verdaderamente cuenta con un arco de personaje más
elaborado que el del resto del reparto.
Los efectos
especiales son buenos pero, como suele ser el caso, es cuando hay escenas compuestas
tanto por actores como por animación por computadora que ambos elementos
contrastan demasiado el uno con el otro, rompiendo un poco con ello la ilusión
de que estos personajes están verdaderamente frente a todo tipo de monstruo
fantástico.
En verdad me
es difícil entender por qué me ha gustado tanto esta cinta, probablemente se
deba al tono, que carece de cualquier tipo de pretensión más allá de divertir a
su público por un rato. Tal vez sea pura nostalgia la que habla, pero
verdaderamente Kong: La Isla Calavera
me hizo sentir como niño otra vez, levantándome temprano los fines de semana
para ver repeticiones de programas de televisión viejos como “Tierra de
Gigantes” o “Viaje al centro de la Tierra”, sensación que llego a los limites
humanamente posibles al ver la escena después de los créditos que
inevitablemente me hizo emocionarme mucho más de lo que debería. Kong: La Isla Calavera es todo menos
original pero ¡Maldita sea! De verdad es extremadamente entretenida.
Kong: La
Isla Calavera: 4/5, Muy Buena.
Mejor que:
Godzilla (2014). King Kong (2005).
No tan buena
como: Pacific Rim (2013).
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