Hace poco
más de diez años tuvimos un fenómeno interesante en el cine gracias a cierta película
llamada El Aro, esta película era una
adaptación de un popular filme de horror japonés, siendo prácticamente un
remake protagonizado por actores norteamericanos. El Aro abrió las puertas al género que después conoceríamos como “J-Horror”,
categoría que tal vez no goza con la misma popularidad que en esos primeros
años de los 2000´s pero cuya presencia e influencia no ha desaparecido del todo
en el cine occidental. Cuando nos topamos con este tipo de películas normalmente
lo hacemos mediante cierto filtro en la forma de una adaptación, la cual puede
variar drásticamente en comparación a la obra original, por lo que resulta
bastante refrescante ver una de estas producciones en su “estado original”. Con
La Maldición Imborrable (Zange: Sunde Wa Ikenai Heya) podemos
comprobar que las películas de horror japonesas siguen vivitas y coleando, o
muertas y espantando, según lo quieran ver.
En La Maldición Imborrable veremos cómo dos
mujeres tratan de descubrir los secretos de lo que aparentemente es un
departamento embrujado. Kubo (Ai Hashimoto) es una estudiante de arquitectura
que recientemente se ha mudado a vivir sola en su propio departamento. La
estancia de Kubo en su nueva vivienda se ve alterada cuando la joven empieza a
notar extraños sonidos en uno de los cuartos del departamento, por lo que
decide buscar ayuda al contactar a Ai (Yuko Takeuchi), una escritora especializada
en historias de horror.
Lamentablemente
no puedo hablar del aspecto más interesante del filme sin caer en spoilers, por
lo que si quieren evitarlos les sugiero que se salten el resto de este párrafo.
Conforme avanza la trama se nos siguen sumando anécdotas y cuentos a la
historia inicial de los protagonistas, lo cual en un principio hace que el
filme parezca una antología de historias de terror contemporáneas, pero
conforme se descubren más elementos tanto los personajes como el espectador nos
vamos dando cuenta que todos estos relatos en realidad son piezas de un
rompecabezas mucho más grande y que todos estos cuentos de terror se conectan
unos con otros a lo largo de muchos años, formando una sola terrible historia.
Otro
elemento sobresaliente es el uso que le da la cinta a su banda sonora. La película
constantemente utiliza el sonido para crear tensión en el público, no con ruidos
estridentes o repentinos como sucedería en una película de horror occidental,
sino que La Maldición Imborrable
utiliza muchos pequeños sonidos que parecen completamente casuales pero
conforme se va revelando la historia esos sonidos aparentemente inofensivos van
tomando un significado mucho más interesante y siniestro.
Una de las
razones por las que considero que el “J-Horror” es tan gustado fuera de su país
natal es que, por naturaleza, el miedo a lo desconocido es algo inherente en cualquier ser humano y, querámoslo o no, la
barrera cultural entre oriente y occidente le agrega cierto toque exótico a esa
incertidumbre que implica lo desconocido. La
Maldición Imborrable nos presenta lo que bien podrían ser típicos cuentos
de terror, típicos en Japón por lo menos, ya que muchos de estos relatos se
basan en el folclor japonés, el cual no es tan conocido fuera de su país de
origen y es precisamente esta falta de familiaridad lo que hace que estas
historias resulten tan interesantes para un espectador poco conocedor de la
cultura nipona. La película resulta sumamente interesante y aunque no carece de
sus momentos espeluznantes, lo cierto es que su estructura tiene más en común con
una película de misterio que con una de horror, por lo que no se podría considerar
demasiado aterradora que digamos, pero esto no le quita lo interesante. Definitivamente
vale la pena ver esta película y al tratarse de una producción reciente no creo
que le vendría mal una distribución más amplia en nuestro país y no solo
presentarla como parte de este festival de cine.
La Maldicion
Imborrable: 3/5. Buena.
Si te gustó,
considera ver: Ju-On (2002)
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