Si tomara
como muestra las películas mexicanas que he visto últimamente en la pantalla
grande creería que solo existen dos géneros dentro del cine nacional: comedia y
terror; lo más irónico del caso es que parece que estas dos vertientes
intercambian objetivos entre ellas, dándonos como resultado “comedias” tan
insulsas y aburridas que son toda una pesadilla aguantarlas, y por el otro lado
tenemos películas de “terror” incompetentes y absurdas con grandes dosis de
humor involuntario. Así pues es que vi El
Jeremías esperando toparme otra horriblemente mediocre comedia pero para mi
sorpresa lo que vi fue una película que, aunque no me hizo doblarme de risa, si
logro hacerme reír en un par de ocasiones, lo cual, si tomamos en cuenta lo
amargado que soy, no es una tarea fácil.
En El Jeremías veremos la historia de un
niño que descubre tener el coeficiente intelectual de un genio. Jeremías (Martin Castro) es un niño de ocho
años que siempre ha sido un tanto “raro” ante los ojos de su familia, lo cual a
pesar de su corta edad siempre le ha causado cierta angustia. La peculiar forma
de ser de Jeremías empieza a cobrar sentido cuando sus padres descubren que el
niño es superdotado. Ahora Jeremías deberá buscar la manera de alcanzar todo su
potencial al mismo tiempo de que tendrá que lidiar con una familia que
simplemente no lo entiende.
Tal vez solo
se trate de mi muy cruel y retorcida mente, pero ver a un niño tan pequeño
pasar por una crisis existencial mucho más “adulta” me resulta tan gracioso
como un poco aterrador. Las tramas sobre personajes que emprenden una búsqueda para
encontrarse a sí mismos es algo mucho más común en un drama, pero en El Jeremías se maneja de una manera muy
entretenida. Gran parte del humor nace del contraste que se ve entre el
protagonista y su familia, pero no solo se reflejan malentendidos entre las dispares
capacidades intelectuales de los personajes, sino que también podemos ver una dinámica
familiar bastante orgánica y cotidiana. Puede que los padres del niño genio no
puedan evitar ver a su hijo como un bicho raro, pero eso no significa que no lo
amen incondicionalmente y busquen lo mejor para el en todo momento, lo cual
logra ser bastante enternecedor y divertido al mismo tiempo.
En ocasiones
la comedia se da el lujo de ser inteligente pero sin sentirse pretenciosa e
incluso se inyecta una buena dosis de humor negro que me sorprendió bastante,
ya que se exploran situaciones que nunca se asociarían con un personaje tan
pequeño. No puedo dar muchos detalles ya que hacerlo arruinaría por completo la
experiencia, pero debo decir que la película no teme tomar rutas un tanto
oscuras, pero a pesar de ello nunca deja de reflejar un buen sentido del humor.
Este elemento “oscuro” (por llamarlo de alguna manera) no se utiliza para
escandalizar al espectador ni mucho menos y el hecho de que se integre tan orgánicamente
en la trama es algo que no debe ser nada fácil.
Creo que
hasta ahora he sido bastante positivo, así que es momento de regresar a mi
actitud amargada de siempre. Martin Castro es un niño que resulta bastante simpático
PERO, como es el caso de muchos niños dentro del mundo de la farándula,
simplemente no es un buen actor. En muchas ocasiones el actor parece estar leyendo
sus líneas directamente del guion, lo que lo hace ver bastante “robótico” y
sistematizado, rompiendo así la ilusión de que estamos viendo a un niño, uno
que se supone es un genio, pero un niño pequeño a fin de cuentas. Y hablando de
romper el ritmo del filme, la historia introduce una subtrama que altera tan
superficialmente el argumento principal que se siente como una excusa para agregar un par de minutos extra a la
cinta, haciendo que esa ramificación simplemente no llegue a ningún lado.
Déjenme divagar
un poco. Al ver por primera vez la premisa de El Jeremías no pude evitar pensar en uno de mis programas de televisión favoritos:
Malcom el de en Medio, ya que ambas
producciones se centran en las aventuras de un niño genio incomprendido, por lo
que esperaba que El Jeremías fuese
otra de tantas “comedias” mexicanas que se limitan a copiar una formula ya
probada, pero para mí muy grata sorpresa ese no es el caso. Puede que la película
tenga una premisa similar pero no intenta copiar al pie de la letra la
estructura, en lugar de ello la adapta a un entorno meramente nacional con lo
que logra encontrar una identidad propia y evitar convertirse en “la versión pirata”
de otra producción similar. Mi más grande crítica (y fundamento de mi
inagotable odio) hacia el cine nacional es precisamente el hecho de que busca
copiar en lugar de innovar, y aunque El
Jeremías no sea la gran revelación que redimirá al cine mexicano, el hecho
de encontrar una personalidad propia es algo que, a pesar de mi acostumbrado desdén,
debo aplaudir. El Jeremías no cambiara
la vida de ninguno de sus espectadores, pero de que es un rato entretenido es
algo que ni siquiera yo puedo negar.
El Jeremías:
3/5. Buena.
Mejor que:
El Cumple de la Abuela (2016), Compadres (2016), Busco Novio para mi Mujer
(2016), No Manches Frida (2016).
No tan buena
como: ¿Qué culpa tiene el niño? (2016).
Comentarios