Es difícil
dejar nuestras zonas de confort, por algo se llaman así (Duh). Evidentemente buscamos
aquello con lo que estamos familiarizados y/o identificados pero cuando nos
cerramos en esos mismos círculos nuestras propias perspectivas se vuelven increíblemente
limitadas. Así pues, en ocasiones debemos “arriesgarnos” un poco y experimentar
algo que nos parezca inusual o completamente ajeno a nosotros. Esta es mi nada
sutil forma de decir que El Demonio Neón
es un filme que normalmente no tiene mucha exposición al público en general,
por lo menos cuando hablamos de cine comercial, por lo que muchos podrían ver
esta película como algo demasiado extraño o alienígeno.
En El Demonio Neón veremos la historia de
una joven que trata de incursionar en el mundo del modelaje. Jesse (Ellen Faning) es una chica de dieciséis
años que viaja a Los Ángeles con el sueño de convertirse en una gran modelo.
Debido a su casi sobrenatural belleza, Jesse rápidamente se abre paso en el difícil
mundo del modelaje, cautivando prácticamente a toda persona con la que se topa.
La belleza de Jesse se volverá un arma de doble filo ya que, aunque es la
herramienta perfecta para alcanzar su sueño, también logra hacer que la gente a
su alrededor tome posturas que pueden volverse peligrosas para ella.
Sé que suena
a la obviedad más grande del mundo pero hay que recordar que el cine es principalmente
un medio visual, esto lo digo porque El
Demonio Neón precisamente utilizar esa cualidad para contarnos su historia.
Cada cuadro esta meticulosamente filmado, sin ningún elemento sobrante o fuera
de lugar, y si me permiten utilizar mi monóculo de tipo mamon y pretensioso con
delirios de poder ser crítico de cine, la cinta
nos da la sensación de estar visitando una galería de arte más que el de
ver un filme, por lo menos en el sentido más tradicional de lo que constituye ver
una película.
Los diálogos
son bastante escasos y se utilizan sólo cuando son absolutamente necesarios,
acentuando así aún más el aspecto visual. Lo anterior obliga al espectador a interpretar
cada imagen y escena de forma propia. No me malentiendan, no significa que las
escenas sean descomunalmente abstractas, cada cuadro tiene una clara intención
dentro del su contexto narrativo pero al mismo tiempo invita al espectador a
sumar su propia interpretación. Tal vez suene demasiado obvio decirlo pero este
aspecto visual hace hincapié en su lado metafórico, tal vez demasiado. Lo que
muy torpemente trato de decir es que en más de una ocasión se utilizan distintas
imágenes para ilustrar una misma idea, lo que provoca muchas veces se caiga en
la redundancia, sobre todo en el desenlace donde se podría decir que se raya en
lo ridículo.
Sé que yo utilizo
con demasiada frecuencia la muletilla “no es para todos” a la hora de hablar de una película, pero aquí
resulta una descripción muy adecuada. Tal vez sea por mi propia falta de exposición
a este tipo de cine, uno que se inclina mucho más a lo artístico que a lo
comercial, y por eso El Demonio Neón
me resulta muchísimo más interesante de lo que verdadera mente es. Lo que es innegable
es que la cinta es muy diferente a lo que se ve todos los días, lo cual es
tanto su fuerza como su más grande debilidad. Imagino que muchos odiaran este
filme y saldrán preguntándose qué chingados acaban de ver, pero aún aquellos
que lleguen a esa conclusión no podrán negar que la cinta resulta visualmente
muy interesante. Si tienen las ganas de experimentar algo fuera de lo común
denle una oportunidad a esta película.
El Demonio Neón:
4/5. Muy buena.
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