Una buena
premisa es un excelente punto de partida para hacer una producción cinematográfica,
sin embargo esto no garantiza que el producto final sea un éxito, ya que entre
el primer y último paso es posible perder el rumbo, como sucede en Pequeña Gran Vida, una película
ambiciosa que pierde su enfoque rápidamente al querer usar más subtramas de las
necesarias.
En Pequeña Gran Vida veremos las aventuras
de un hombre que se somete a un innovador proceso médico que le cambia la vida
para siempre. La sobrepoblación, el calentamiento global, la inestabilidad económica
y muchos otros problemas a nivel mundial
amenazan con destruir el planeta, por lo cual un grupo de científicos ha
logrado encontrar una forma para combatir muchos de estos males: la miniaturización
humana. Fascinado por la nueva tecnología y viéndola como una oportunidad para
iniciar un nueva vida, Paul Safranek (Matt Damon) decide someterse al proceso
junto con su esposa, lamentablemente su pareja se arrepiente en el último
momento, abandonando a Paul, quien ya se ha pasado por el proceso irreversible de
miniaturización. Sin ninguna otra opción, ahora Paul deberá acostumbrarse a su
nueva vida y todos los problemas que conlleva.
El hecho de
que una cinta quiera tocar muchos temas a la vez no tiene nada de malo, el
problema es cuando parece no decidirse por ninguno de ellos y es incapaz de
desarrollar adecuadamente alguno de esos temas, lo cual es precisamente lo que
ocurre en Pequeña Gran Vida. La película
comienza tratando un tema y parece que cuando ya no sabe cómo seguir desarrollándolo,
cambia su enfoque a un problema diferente, hasta que lo vuelve a ocurrir lo
mismo una y otra y otra vez, haciendo que la historia se sienta incompleta en
más de una manera.
La única constante
temática del filme es la crítica social, la cual supuestamente es la raíz de la
comedia dentro de la historia, y aunque dicha critica si resulta adecuada, la película
se limita a repetir el mismo punto una y otra y otra vez, lo que hace que toda
la cinta sea demasiado repetitiva. Algo que tampoco ayuda mucho que digamos es
la edición de la cinta, ya que cuenta con escenas que se extienden muchísimo más
de lo necesario, en algunos casos sólo para presumir los efectos especiales,
los cuales son un tanto malos y parecen sacados de una serie de televisión infantil,
pero también debo reconocer que no carecen de encanto, lamentablemente ese
encanto se pierde en escenas absurdamente largas y redundante.
Lo más
rescatable del filme son las participaciones de Christoph Waltz y Hong Chau, Waltz
por no tomar tan enserio la premisa, prefiriendo divertirse a sí mismo (y al público)
con una actuación relajada y en ocasiones hasta ridícula; por su parte Hong
Chau logra ser divertida o dramática dependiendo de la escena en que se
encuentre, evitando saltar a una actuación exageradamente melodramática. En
cuanto a Matt Damon… sólo digamos que él perdería una competencia de actuación junto
a un inerte pedazo de madera.
Pequeña Gran Vida no es lo peor que haya visto en mi
vida, pero termina siendo un ejemple de, como dicen por ahí, “el que mucho
abarca poco aprieta”. Usualmente la “versión del director” agrega mucho
material extra a una cinta, pero en el caso de Pequeña Gran Vida se necesitaría una “versión del editor”, algo que
ayude a recortar el tiempo y reducir las innecesariamente largas escenas que no
llegan a ningún lado. Buena premisa que se pierde en su propia ambición, pero
si en verdad quieren verla, yo esperaría a pedirla prestada a algún amigo que
la tenga en DVD cuando salga en ese formato o algo así, ya que en su estado
actual no creo que valga la pena gastar tiempo y dinero en el cine para ver esto.
Pequeña Gran
Vida: 1/5. Mala.
No tan buena
como: Querida Encogí a los Niños (1989), La Langosta (2015). Esa última es una
rara comparación, lo sé, pero si en verdad quieren una comedia con un leve toque
de ciencia ficción y crítica social, La
Langosta es una mucho mejor opción.
Mejor que: …
No se me ocurre nada en este momento…
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