No creo que
nadie se atreva a dudar de la capacidad de Guillermo del Toro como cineasta, sobre
todo si tomamos en cuenta que su trayectoria como director es prácticamente perfecta.
Me atrevo a decir que del Toro no solo es un gran director sino también un excelente cuentista, y en este específico caso
me refiero a su capacidad de presentarnos “cuentos de hadas modernos”, por lo
que debe ser ninguna sorpresa para alguien que La Forma del Agua se sume a su larga lista de éxitos.
En La Forma del Agua veremos una “clásica”
historia de amor. Elisa Esposito (Sally Hawkins) es una chica muda que trabaja
haciendo la limpieza en un laboratorio secreto de Estados Unidos. Cuando una
extraña creatura es llevada al laboratorio para ser estudiada, la curiosidad de
Elisa la hará acercarse al monstruo y entablar una amistad con él, una que rápidamente
crecerá para convertirse en algo más que amistad. Sabiendo que la criatura
corre peligro, Elisa hará lo posible por ayudar al monstruo con la ayuda de
varios curiosos e inesperados aliados.
Puede que
les parezca un poco exagerado, pero el hecho de que la cinta comienza prácticamente
con un “Hace mucho tiempo en una tierra muy, muy lejana”, ayuda a colocar a la
historia dentro de un marco narrativo de cuento de hadas que le permite hacer
cosas que normalmente no se podrían lograr fuera de una cuento tradicional. Lo
que podría considerarse demasiado “fantasioso”, poco “lógico” o demasiado “conveniente”
dentro de cualquier otra trama, logra integrarse perfectamente en La Forma del Agua, ya que la producción se
dedica a forjar su propio mundo, con sus propias reglas que pueden sonar
descabelladas pero que funcionan perfectamente en su propio contexto, con un
ritmo que hace que nunca se rompa la “ilusión” de la historia.
Dicho todo
lo anterior, debo decir que La Forma del
Agua no es precisamente original, y antes de decidir que debo morir en una
zanja, déjenme explicarme. Siendo insufriblemente sínico, La Forma del Agua no es más que la interpretación 534, 124 de la historia
de La Bella y La Bestia, con varios
elementos de películas de aventura de “Mi criatura y yo” estilo E. T. que, de
nuevo, no es nada que no hayamos visto antes, pero así como no podemos criticar
a un pintor por no crear colores “nuevos”, Guillermo del Toro toma todos estos
elementos ya antes vistos y los recrea con su toque personal, dándonos como
resultado algo verdaderamente diferente y a la vez familiar, con un encanto
propio que puede ser disfrutado por cualquiera.
Miren,
podría estar todo el día alabando esta película, pero resultaría una total pérdida
de tiempo para mí y para ustedes, tiempo que sería mucho mejor utilizado si van
a verla al cine. La Forma del Agua lo
tiene todo, romance, comedia, drama, acción, suspenso, intriga y una buena dosis
de sensualidad, elementos que logra balancear perfectamente en una excelente producción.
Es cierto que el filme cuenta con algunos detalles que la apartan de alcanzar
la perfección, pero estos resultan simples nimiedades al ponerlos junto a los
muchos aciertos que se logran alcanzar. Habrá quien diga que La Forma del Agua no es perfecta, y tal
vez tengan razón, pero para mí este filme es tan cercano a la perfección como
puede ser humanamente posible ¡Vayan a ver esta película!
La Forma del
Agua: 5/5. ¡Excelente!
Mejor que:
La Cumbre Escarlata (2015).
No tan buena
como: El Laberinto del Fauno (2006). Esta sigue siendo mi favorita de Guillermo
del Toro, pero La Forma del Agua está casi a la par.
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