Puede que su
popularidad cambie con el paso del tiempo, pero es imposible que desaparezcan por
completo de la imaginación colectiva, me refiero a las historias de vampiros.
Ahora, sé que los más clavados me dirán que los vampiros no tienen nada que ver
con los monstruos que se ven dentro de la franquicia de Tokyo Ghoul, a lo cual solo puedo decir que si camina como pato,
hace como pato y se ve como pato… el punto es que esta versión cinematográfica
de Tokyo Ghoul nos da una visión bastante
interesante sobre la figura del vampiro, lo cual siempre es agradable, lo
lamentable es que la producción tenga muchos elementos que la hacen difícil de
tomar en serio, o por lo menos tan seriamente como el filme pretende ser tomado.
En Tokyo Ghoul veremos a un joven adentrándose
a la vida secreta de una sociedad de monstruos que comen carne humana. Durante
siglos, monstruos humanoides conocidas como Ghouls han vivido entre los
humanos, manteniéndose ocultos para evitar ser cazados debido a que estas
criaturas solo pueden alimentarse de carne humana. Es en este extraño mundo
donde tras un extraño accidente el estudiante universitario Ken Kaneki
(Masataka Kubota) se ve transformado en un Ghoul. Ahora Ken deberá aprender a
vivir dentro de la sociedad de Ghouls que viven en Tokio, mientras que al mismo
tiempo intenta mantener su propia humanidad.
Estoy adelantándome
mucho, pero creo que es importante señalar que tanto el inicio como el
desenlace de esta película son lo que hacen difícil tomar la historia en serio
PERO el desarrollo de la trama y la forma en que se nos presenta este extraño
mundo es lo que hacen que la película valga la pena. Me podrían decir que es
algo que se explica mejor en el manga original o en la subsecuente serie de
anime, pero tomando en cuenta la forma en que el personaje principal es
trasformado en un Ghoul en esta película es, francamente, ridícula y que la única
forma de poder tomar en serio es no pensar en ello demasiado, lo cual me parece
una pobre excusa para tratar de justificar huecos en la trama, algo que hace
que el “drama” en que se ve envuelto el protagonista no deje de sentirse un
tanto ridículo.
Lo
interesante resulta ver las estructuras sociales de los monstruos y su forma de
convivir en una sociedad humana “normal”. Es en este proceso donde la película
se torna más interesante, ya que en lugar de ser una historia de “monstruos
contra humanos”, el filme se da a la tarea de darnos una tonalidad de grises
bastante original, haciéndonos ver que los llamados “monstruos”, a pesar de su
desafortunada condición, no son seres completamente desalmados o crueles (no
todos al menos) y cuya principal preocupación es la supervivencia; de la misma
forma, la historia nos muestra a los cazadores de Ghouls con una tonalidad un
tanto siniestra, donde la supervivencia también es la prioridad, pero donde también
se asoma un dejo de crueldad y violencia innecesaria en su lucha contra las “malvadas”
criaturas.
Todos estos “dilemas
morales” que la película se toma el tiempo de ilustrar se ven casi
completamente ignorados (y desperdiciados) al llegar al desenlace de la cinta.
El clímax del filme se convierte en un “típico” enfrentamiento de “buenos
contra malos”, semejante a alguna secuencia de acción sacada de cualquier película
de súper héroes contemporánea, excepto que los efectos especiales de Tokyo Ghoul no son malos… son malísimos,
lo cual hace imposible tomar en serio el supuesto dramatismo del desenlace.
Lo admito,
mi familiaridad con la serie original de Tokyo
Ghoul es mínima, por lo que no sabría decirles que tan buena o mala sea
esta adaptación cinematográfica comparándola con la versión original, pero lo
que sí puedo decir es que la película cumple con su cometido de llamar la atención
a un nuevo público. Puede que lo extravagante y ridículo de muchos de sus
elementos la hagan difícil de tomar en serio pero Tokyo Ghoul cuenta con suficientes buenas ideas como para hacer que
valga la pena ver el filme.
Tokyo Ghoul:
2/5. Meh
Si te gustó,
considera ver: Gantz (2011)
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