Haciendo a
un lado mi repudio por el cine nacional por un par de segundos, debo reconocer
que ver la secuela a una película mexicana me provoca sentimientos encontrados.
Por un lado es reconfortante ver que una
producción enteramente mexicana puede alcanzar el suficiente éxito como para
merecer una secuela, siempre y cuando ese éxito sea verdaderamente merecido, a
diferencia de otras películas (sabes bien que hablo de ti No Manches Frida, pedazo de M&%$@); por el otro, y hablo muy específicamente
de Km 31, diez años entre la primera
entrega y la segunda puede ser demasiado tiempo, por lo que el interés que pudo
haberse generado se ve diluido enormemente. Para bien o para mal aquí tenemos Km 31 - 2, que a partir de ahora llamare
Kilometro Trescientos Doce (por el
simple hecho de que me parece gracioso), una película que, aunque con muchos
aciertos a nivel técnico, no logra evitar caerse por culpa de un guion muy
flojo.
En Km 312 veremos a un investigador trabajando
en un misterioso caso sobrenatural. A causa de problemas en un caso anterior Martín
Ugalde (Carlos Aragón) ha dejado su puesto en la policía. Tras siete años fuera
de la fuerza policiaca, Ugalde es contratado por una diputada para buscar a su
hijo secuestrado. Conforme más escalofriantes detalles salen a la luz, Ugalde
se da cuenta de que el secuestro puede tratarse de un evento paranormal
vinculado con el mismo caso de hace siete años. Para recuperar al niño perdido,
Martín deberá emprender una lucha contra lo sobrenatural que podría poner en riesgo
las almas de muchas víctimas inocentes.
Confieso que
no he visto la primera Km 31, pero
por suerte y como siempre he insistido que debe hacerse, la secuela es lo
suficientemente buena por si sola al darnos los detalles necesarios para
comprender la trama, por lo menos parcialmente. La historia en Km 312 se vincula directamente con su antecesora
por lo que es inevitable sentir que muchos detalles, aunque mínimos, se pueden
escapar para quienes no vimos la primera parte.
El personaje
interpretado pos Carlos Aragón cuenta con las bases de un personaje clásico
pero nunca sale de su molde inicial, por lo que cae inevitablemente en el cliché.
El detective malhumorado, alcohólico y paranoico es un elemento clásico de
historias Noir o de novela negra, agregar a ello un elemento paranormal a esto,
aunque no del todo original (John Constantine lleva años en ese negocio) es un
elemento muy interesante que la película no lleva a ningún lado. Hay un par de
escenas donde el personaje coquetea con salirse de la norma y tomar un enfoque
más “místico” (por llamarlo de alguna manera), pero esos momentos son muy
cortos y prácticamente no aportan nada a la historia.
El ritmo de
la historia es muy dispar. El filme se toma su tiempo para adentrarnos en una
atmosfera tenebrosa… tal vez demasiado tiempo, lo cual hace que el tercer acto
se sienta sumamente apresurado, de hecho me atrevería a decir que la historia
propiamente no tiene un final como tal. La trama si cuenta con un desenlace,
pero desafortunadamente se siente excesivamente anticlimático y más que tener
un final, la película simplemente se detiene, si esto es una forma de dejar la
puerta abierta para potenciales secuelas es algo que tendremos que esperar a
ver.
Debo ser
honesto, la producción me sorprendió de manera muy agradable. La atmosfera que
se logra crear con el trabajo de cámaras, iluminación e incluso un moderado uso
de animación por computadora no le piden nada a cualquier producción Hollywoodense
contemporánea. El aspecto de “el monstruo” me dejo con la boca abierta, ya que
aunque no se ve por demasiado tiempo en pantalla, su diseño es muy bueno, como
algo salido directamente de Silent Hill
(y déjeme decirles que, debido a mi amor por esa serie de videojuegos, esa comparación
debe tomarse como un gran, GRAN alago de mi parte). Desafortunadamente la
historia que se nos presenta se vuelve lenta y aburrida, con muy pocas sorpresas
y las escasas que logra darnos se sientes como elementos agregados en el último
minuto. Km 312 intenta darnos algo
inesperado e innovador sin lograrlo en realidad PERO no pienso quitar el dedo
del renglón y repetir lo que he dicho tantas veces antes: siempre preferiré una
película que intenta algo nuevo y falla que un filme que no toma ninguna clase
de riesgo. Km 312 apuesta por el
horror y pierde, y aunque no puedo recomendar la cinta, debo decir que se gana
mi respeto por el simple hecho de tomar riesgos en árido y deprimente mundo del
cine mexicano. Un paso accidentado, pero un paso en la dirección correcta, algo
que tengo que aplaudir.
Km 312: 2/5.
Meh.
Mejor que:
Más Negro que la Noche (2014).
No tan buena
como: La Niña de la Mina (2016).
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