Ya fui a ver este remake de un clásico de los ochenta y déjenme decirles:
1.- En 3D apesta. No impresiona nada ya que falta galleta al efecto tridimensional.
2.- Aún así, disfruté en demasía esta producción cinematográfica. Soy fan de la película original; y aún con todo el respeto que me merece la de los 80´s, esta entrega se la llevó de calle; y por supuesto, no sólo me refiero a los efectos especiales, sino también al planteamiento de la historia, ritmo de la trama, actuaciones, meta-mensaje, etc.

Vayamos por partes. En cuanto a los efectos, es fácil superar a la ya antigua técnica del stop motion con la computadora. Honor a quien Honor merece; las criaturas de Harryhausen son maravillosas, pero aún con todo esto, ya no tienen cabida en el cine contemporáneo. El diseño de criaturas esta muy bien establecido, ya que se respetan las características originales, pero al mismo tiempo se les da un toque moderno. Los ejemplos más claros de esto son el Kraken y la Medusa. Otro punto a favor es la ambientación y la fotografía. La paleta de colores usada en la filmación esta muy bien escogida; las texturas tanto de la arena como del mar, por mencionar algunas, son muy nítidas.
Y aunque los efectos especiales son impresionantes, es necesario reconocer que las actuaciones ayudan mucho a realzarlos. Ralph Fiennes en su papel de Hades casi huele a humo y huevo podrido cada vez que aparece; y no sólo es por el “aura” maligna generada digitalmente, sino también sus movimientos corporales así como la entonación de la voz y sus gesticulaciones le dan fuerza al resultado visual.
La historia y el punto de vista abordado supera y con mucho al original. Los dioses y la humanidad ahora están sumergidos en una guerra. Las creaciones de Zeus ya no lo adoran, dado que las deidades se han vuelto una congregación de seres vanidosos y perjudiciales para los mortales. Pero los dioses dependen del hombre y sus plegarias. Sin humanos que crean en ellos, los dioses pierden su razón de ser. Pero ¿cómo un Dios se va a rebajar ante los hombres? Zeus en su infinita vanidad decide castigar a los humanos, sin percatarse de que en el proceso es engañado por Hades, su hermano; que además quiere derrotar al Dios de los Cielos.
La estructura de este guión es clásica: el Héroe parte a la Jornada ayudado por sus amigos, enfrentando terribles peligros para, al final, encarar al mismísimo Mal en persona y salir victorioso. Es importante retomar este tipo de historias, ya que actualmente inundados como estamos de “anti-héroes”, “protagonistas corruptos”, y personajes que “hacen sus propias reglas”, hemos perdido de vista el sentido que los arquetipos clásicos tienen en la vida cotidiana de todos: Son fábulas de la vida diaria; son “exageraciones” de nuestro propio acontecer.
Joseph Campbell, en su libro “El Héroe de las Mil Caras: psicoanálisis del Mito”, llega a una conclusión interesante después de analizar diversas fábulas, mitos y religiones alrededor del mundo. Nos dice que “El Héroe somos todos”. Las tribulaciones que padece Perseo son un símbolo del acontecer diario en cada uno de nosotros. Todos, en una u otra forma, tenemos el Deber de derrotar al Kraken; todos, en algún sentido, cabalgamos en Pegaso a contra-reloj para salvar a Andrómeda. La función de las fábulas, leyendas y (actualmente) el cine, es inspirarnos a cada uno de nosotros a salir adelante ante las tribulaciones y problemas que enfrentamos. Y Furia de Titanes cumple en todo sentido con esta encomienda.
¿Mi opinión sobre el filme? Inspiradora, emocionente y altamente recomendable, pero en 2D.
Saludos.